El concepto “Sociedad de la información” se ha ido constituyendo durante las últimas décadas del siglo pasado en una promesa de carácter cuasi-mesiánico cuyo taumaturgo son hoy las Tecnologías de la información y la Comunicación (Tic), en particular las redes telemáticas.
Tras declarar en el primer punto del documento el “deseo y compromiso comunes de construir una sociedad de la información centrada en la persona, incluyente y orientada al desarrollo, en la que todos puedan crear, consultar, utilizar y compartir la información y el conocimiento”. Las TIC “brinda oportunidades sin precedentes para alcanzar los niveles más elevados de desarrollo”’.
El objeto de este artículo es ofrecer elementos que ayuden a comprender que hay detrás del lema “sociedad de la información”.
Primeros antecedentes
Hace más de 50 años, Norbert Wiener, creador de la cibernética, anunciaba el advenimiento de una “sociedad de la información” cuya base organizativa, imaginaba, era la circulación sin trabas de la información, a la considerada como una nueva materia prima. El valor social de la información. Wiener advierte que las limitaciones intrínsecas de acceso a la información se deben, precisamente, a su carácter de artículo de consumo lo cual implica una degradación de la libre circulación sobre la cual, a su juicio, se sustenta el orden social.
La computadora, añade, nos enfrenta a dos alternativas opuestas. La primera, a la que denomina “computopía” (unión de computadora y utopía) puede abrir las puertas a una sociedad del conocimiento en cambio si los ordenadores se utilizaran sólo con fines de automatización la sociedad controlada seria una realidad y sus consecuencias serian la alienación del género humano y la decadencia social..
A comienzos de la década de 1970, grandes avances en el campo de las telecomunicaciones y la informática permitieron un incremento muy importante en la velocidad y la capacidad de procesamiento y transmisión de información, además en un significativo descenso de los costos económicos de equipos y operacione. Este progreso tecnológico coincidió con el inicio de una profunda crisis económica internacional que se manifestó primero en el abandono unilateral del patrón oro por parte de los Estados Unidos en 1971 y siguió con la crisis petrolera de 1973 que cuestionó gravemente el modelo de desarrollo industrial sustentado en el crecimiento incontrolado del consumo de energía. Estos dos hechos, vinculados entre sí, afectaron los fundamentos del sistema económico surgido tras la segunda, guerra mundial en los acuerdos de Bretton Woods de 1945, provocando una gran incertidumbre sobre el futuro.
En este contexto algunos gobiernos de países económicamente más desarrollados comienzan a centrar su atención en las posibilidades de desarrollo económico que ofrece la informática, hasta entonces reservada casi exclusivamente a usos militares, científicos e institucionales.
El interés que existía en la época por analizar y evaluar las consecuencias sociales y económicas implícitas en la interrelación creciente que se verificaba entre las telecomunicaciones y la informática da lugar a la redacción de informes de expertos por encargo de los gobiernos y a numerosas reuniones organizadas por diferentes organismos internacionales. La tecnología de la información se presentaba como garante del consenso social y como el medio para salir de la crisis económica y política, lo que servía para justificar las estrategias de desarrollo industrial desplegadas por los sectores implicados.
En 1978 se da a conocer el informe Nora/Mine sobre La informatización de la sociedad, poniendo de relieve la preocupación y el interés que el tema despertaba en los gobiernos de los países industrializados.
La tesis de Nora y Mine, se estructura alrededor de la idea de que las consecuencias del proceso de informatización son de una dimensión más amplia que otras innovaciones tecnológicas que la precedieron, pues su alcance concierne a todos los ámbitos de la actividad social.
El informe tuvo una gran repercusión y sirvió como punto de referencia en el posterior diseño de políticas publicas basadas en el emergente paradigma digital en el desarrollo de las redes telemáticas. La computadora, que hasta entonces había sido considerada como una amenaza para las libertades, comienza a aparecer como una herramienta de liberación y comunicación. Algunos autores, advierten contra el determinismo tecnológico dominante y señalan que la influencia de las TIC sobre las condiciones y la organización de la vida cotidiana dependía, entre otras cosas, de los usos sociales, y no sólo de las innovaciones técnicas.
Tecno-culturas: cultura libertaria, militarismo y desarrollismo neo-liberal
A lo largo de toda la década de 1980, se multiplican los estudios e informes destinados a evaluar las repercusiones socioeconómicas y culturales de la informatización de la sociedad y comienza hablarse con cierta insistencia del proceso de convergencia entre la radiodifusión, las telecomunicaciones, la informática y la electrónica de consumo.
Los autores más optimistas presentaban la informática y las telecomunicaciones como un vehículo de progreso, democracia, cultura y libertad, que conduce a un aumento del tiempo libre y a una mejora de la calidad de vida.
Una de las manifestaciones más conocidas de la cibercultura (y uno de sus orígenes) es la comunidad “hacker”, integrada por programadores informáticos que defienden la idea de que la información y los detalles de los sistemas de programación informática deben ser compartidos. Los hackers parten del “convencimiento de que poner en común la información es algo positivo y de gran importancia, y que es un deber ético de los hackers compartir su competencia desarrollando software libre de código abierto y facilitando el acceso a la información y a los recursos informáticos siempre que sea posible.
Por las superautopistas de Al Gore rumbo a la cumbre de Ginebra
El vicepresidente Gore, principal promotor del plan, imagina una red de información planetaria capaz de transmitir mensajes e imágenes a la velocidad de la luz desde la ciudad más grande a la aldea más pequeña. Con este propósito es indispensable construir una Infraestructura Global de Información, que reagrupará las redes de telecomunicaciones, las computadoras, los bancos de datos y la electrónica de consumo. Estas “redes de inteligencia distribuida”, según definición del propio Gore, no sólo propiciarán el crecimiento económico, sino que además permitirán un fortalecimiento de la democracia, una mejora en el tratamiento de la salud y ofrecerán soluciones a los desafíos ambientales globales y locales, todo esto conducido por la iniciativa de inversores privados. Su principal problema fue, quizás, no ser capaz de desprenderse del tono profético, cuasi mesiánico, que lacra los discursos sobre las TIC, incluso desde antes de la invención de la primera computadora. Si la promesa es el paraíso, nada menor será nunca suficiente.
Casi contemporáneo al anuncio del plan del gobierno estadounidense, la Comisión de las Comunidades Europeas publica a finales de 1993 un Libro Blanco sobre Crecimiento, competitividad, empleo. Retos y pistas para entrar en siglo XXI .
Las TIC, afirma el Libro Blanco, son el núcleo del modelo de desarrollo del siglo XXI “En la actualidad el mundo está asistiendo a una mutación de los sistemas de producción, la organización del trabajo y las pautas de consumo cuyos efectos son comparables a los de la primera revolución industrial. Esta mutación se debe al desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación”.Una nueva sociedad de la información en la que las posibilidades que ofrecen las tecnologías de las información y las comunicaciones (TIC) se ponen al servicio de la actividad humana. Pero no se trata de un sueño tecnológico realizable sólo en el próximo siglo, por el contrario, esta nueva sociedad ya es una realidad. Tanto el proyecto Gore corno el Libro blanco obtuvieron gran atención mediática, especialmente el plan estadounidense, lo que sirvió para popularizar rápidamente la idea de una superautopista de la información asociada a promesas de mayor bienestar económico y progreso social para toda la sociedad.
Al Libro Blanco le sucedieron diversos documentos y programas marco encaminados hacia el objetivo general de construir una sociedad de la información europea para todos.
A partir de la mitad de la década de 1990, el rápido crecimiento del número de usuarios de Internet empezó a llamar la atención de gobiernos y empresas de telecomunicaciones, audiovisual e informática.
Al cabo de poco tiempo, las publicitadas “autopistas de la información” quedaron asimiladas a la revitalizada Internet. La otrora red no comercial de tintes contraculturales empezó a ser ocupada en su parte más visible por contenidos con fines básicamente mercantiles. Los valores libertarios de la cibercultura y las promesas que acompañan a las TiC desde la década de los setenta empiezan a ser domesticados y resignificados en los eslóganes y lemas propagandísticos de promoción de Internet, que es presentada ante la sociedad como un gran y espléndido centro comercial o bien corno una herramienta prodigiosa de progreso y prosperidad..
Las TIC, representan una oportunidad extraordinaria para las economías emergentes y en desarrollo. Para que esta posibilidad de progreso sea aprovechada el sector privado debe cumplir un papel central en la conducción del proceso, y puede contribuir significativamente a los esfuerzos internacionales para romper la brecha digital. Para ello, recomiendan los firmantes, los gobiernos tienen que crear una política y un marco regulatorio predecible, transparente y no discriminatorio, necesario para la sociedad de la información.
La sociedad de la información empezaba a hacerse global, al menos en los discursos, propósitos e intereses de los gobiernos de los países centrales y de las empresas relacionadas con las TiC.
En la década de 1970, hubo ya quienes comparaban el poder transformador de la informática con la que tuvo para nuestros antepasados el dominio del fuego, aunque es casi seguro que por entonces no mediaran intereses mercantiles de la magnitud de los que están actualmente en juego.
CMST: ¿Cuáles sociedades de la información?
El informe Construir la sociedad europea de la información para todos, redactado por un grupo de expertos de alto nivel en 1997 por pedido de la Comisión europea, define la sociedad de la información como aquella que actualmente se desarrolla, en la cual las tecnologías poco costosas de almacenaje y de transmisión de información y de datos son accesibles a todos.
Las TIC no tienen en sí mismas capacidades intrínsecas de cambio que conduzcan inevitablemente a una mejora en las condiciones de vida de sus usuarios. No es seguro que viviremos mejor por el sólo hecho de tener acceso a más imágenes, más informaciones y más canales de comunicación. Mucho menos si las controlan las grandes firmas comerciales. Por suerte, hay quienes aún resisten la enorme capacidad centrifugadora de gobiernos, empresas y otras instituciones y continúan utilizando, desarrollando y compartiendo aplicaciones de TiC con fines no comerciales. Comunidades de usuarios, miembros del mundo académico y de otras organizaciones que, mas allá de la domesticación y el control al que son sometidas las TIC, conservan vigente la confianza en su potencial para contribuir al desarrollo colectivo e individual.
Un camino por andar
La hibridez del contenido de los documentos finales de la CMSI deja el campo libre para que se propague la falsa idea de que la solución a los desafíos a los que se enfrenta la humanidad pasa por eliminar la llamada brecha digital, como si esta fuera la causa y no consecuencia de la brecha económica y social que separa a los habitantes del mundo.
El positivismo tecnológico que atraviesa los documentos oficiales de la Cumbre, como a anteriores planes y declaraciones de la misma índole, ignora las dinámicas socioculturales que impulsan los procesos de apropiación social de las tecnologías en las que se ponen en juego cuatro lógicas interrelacionadas entre sí: técnica, comercial, social y cultural.
Uno de los principales obstáculos que encuentra la construcción de una sociedad de la información que responda a las expectativas de transformación social, cultural y económica que despiertan las TIC es la propensión que existe a centrarse casi exclusivamente en la búsqueda de respuestas estrictamente técnicas para problemas que no lo son.
Las TIC deben considerarse como un instrumento y no como un fin en si mismas. Son herramientas para llevar a cabo nuestras ideas, no una varita mágica.
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